Diana Taurasi, argentina de corazón
Estaban sentados desde temprano en la tribuna. Los dos con la camiseta de Rosario Central puesta. Ayelén Otero, jugadora del equipo de básquetbol rosarino,
Estaban sentados desde temprano en la tribuna. Los dos con la camiseta de Rosario Central puesta. Ayelén Otero, jugadora del equipo de básquetbol rosarino, y su compañero habían viajado hasta Bahía Blanca para ver al seleccionado argentino y, también, para conocer a Diana Taurasi. La mejor jugadora de la historia, de madre argentina y padre italiano, tiene una fuerte conexión con Argentina. Vivió un año en la tierra de su mamá y durante toda su vida ha mantenido costumbres más ligadas al país que siente como propio que a las de Estados Unidos, donde nació.
Desde que pisó suelo argentino, Taurasi ha recibido muestras de afecto. Pero el momento de enfrentarse al seleccionado local fue aún más especial. En la presentación olímpica, todo el Dow Center de Bahía Blanca ovacionó de pie al escuchar que el presentador pronunciaba: “Diana Taurasi”. La escolta de Phoenix Mercury agradeció levantando sus manos y golpeándose luego el pecho, bien cerca del corazón. El reconocimiento continuó con un obsequio: Federico Susbielles, presidente de la CABB, y Débora González, capitana del equipo, le entregaron una camiseta de Argentina con el número 12 y su apellido en la espalda. Taurasi se abrazó con ambos, posó para las fotos y luego besó la casaca.
Una asistencia sin mirar en el cierre del segundo cuarto fue el destello de su magia que le regaló Taurasi al público que llenó el estadio. Cerca del cierre del partido y a pesar de la amplia diferencia a favor de Estados Unidos, los y las hinchas cantaron el clásico “… soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar…”. Diana acompañó la canción golpeando sus piernas contra el piso y animándose a seguir la letra. La escena se repitió con la victoria 91-34 de Estados Unidos ya consumada. Pero ahí Taurasi se soltó y agitó sus brazos como una fanática más.
Ya en la conferencia de prensa, Taurasi mostró una vez más su soltura para hablar el idioma que aprendió en su casa. El acento la delata como una argentina más, una rosarina más. Y sus gustos lo confirman. Le preguntaron si en un futuro le interesaría ser la entrenadora del seleccionado argentino. “Si hay alfajores y dulce de leche, sí”, respondió mostrando su enorme sonrisa. Y cuando se enteró de que había un par de hinchas de Rosario Central soltó a la fanática del equipo de fútbol: “Es que los canallas estamos en todos lados. Ahora los voy a ir a saludar”.
Se dirigió hacia un grupo de espectadores que la esperaba. Cumplió con todos los pedidos de selfies y autógrafos. Y recibió una bandera de Rosario Central de regalo, la que atesoró en sus manos.
Le quedaba solo cumplir con el requerimiento de sus rivales. En la puerta del vestuario la interceptaron varias jugadoras argentinas. “¿Qué necesitamos para clasificar?”, le preguntó Taurasi a Agostina Burani mientras se tomaban una foto. “Ustedes ya se clasificaron”, le respondió la pivote del seleccionado local. “No, nosotras, Argentina”, redobló Diana. “Que juegues en nuestro equipo”, replicó Agostina. “La camiseta ya la tengo”, bromeó la mejor de todos los tiempos.
Y así se fue Diana Taurasi, disfrutando de una noche en la que jugó para Estados Unidos, pero tuvo su corazón con Argentina.
Pablo Cormick
FIBA