Para Sáiz, la ingeniería puede esperar
CORRIENTES (DIRECTV Liga de las Américas 2018) - Hay mandatos familiares a los que cuesta oponerse. Hay otros que se sobrellevan sin gusto y con resignación y otros más, por el contrario, que se asumen con
Por: ALEJANDRO PÉREZ
CORRIENTES (DIRECTV Liga de las Américas 2018) - Hay mandatos familiares a los que cuesta oponerse. Hay otros que se sobrellevan sin gusto y con resignación y otros más, por el contrario, que se asumen con placer y convencimiento. En este último grupo puede ubicarse a Javier Sáiz, el ala-pivote de Regatas Corrientes.
Hijo de profesionales, padre ingeniero electrónico y madre odontóloga, parecía imposible para Javier eludir la tradición de encarar una carrera universitaria. Sin embargo, con 18 años, lo que lo llevó a iniciar sus estudios fue que “la electrónica me fascina y tengo facilidad para estudiar. Empecé a estudiar ingeniería electrónica por gusto y con entusiasmo, porque me divierte”.
Claro que, en aquel entonces, Sáiz jugaba en Hindú de su Córdoba natal, que participaba en el Torneo Federal, la tercera categoría de Argentina. Aunque las exigencias deportivas eran menores, para el joven, de 2,06 de altura, significaba un esfuerzo físico y mental importante.
“Cursaba a la mañana y después del mediodía. De ahí me iba a entrenar. Es exigente, a veces me quedaba dormido en clase… Aunque nunca lo sentí como una carga. Como venía de un colegio técnico, traía una formación que me facilitaba el estudio. Pero además, me gustaba estudiar”, dice el cordobés, que mantuvo ese ritmo durante dos años, en los que aprobó más de diez materias.
En medio de esa etapa, en 2013, le llegó la experiencia con la selección argentina en el Mundial U19 de República Checa. Allí estuvo, entre concentración y viaje a Europa, un mes sin poder concurrir a la universidad. Cuando fue a pedirle consideración a un profesor, este le respondió: “No puedo darte un permiso especial. En tu lugar, me dedicaría al basquetbol”. Saiz, porfiado, se esforzó y aprobó esa materia, a pesar del consejo desalentador del profesor.
Fue en 2014 cuando la situación comenzó a cambiar. El cordobés fue contratado por Regatas Corrientes para participar de la Liga Nacional. “En ese momento tuve que dejar de cursar en la facultad. Mis padres lo aceptaron, ya que entendieron que son posibilidades que se presentan en la vida. Me dijeron que probara con el básquetbol para ver cómo me iba. Que si quería estudiar, más tarde podría retomar la universidad”, contó Sáiz, quien tiene claro que la vida de un deportista es corta y debe aprovecharla.
Aún a distancia y a pesar de los entrenamientos en doble turno, siguió con la carrera de ingeniería y rindió tres materias más, para completar, hasta ahora, 15 de las 35 materias que le permitirían acceder al título profesional.
No obstante, las cosas se fueron complicando, porque Sáiz a sus compromisos deportivos en la Liga Nacional les sumó otro grato “problema”. Es que fue evolucionando y desde 2015 empezó a ser convocado a la selección nacional de mayores.
El jugador recuerda que “al principio pude rendir esas materias, de esas que no hacía falta que fuera a clase, como inglés o economía. Pero después se empezó a hacer imposible, porque hay materias en las que hay que presenciar la clase del profesor, materias muy técnicas que no se pueden hacer a distancia. Algunas yo igual las preparaba, estudiaba en mi casa, pero cuando llegaba la fecha de examen, estaba de viaje jugando en la Liga o concentrado con el equipo nacional y no podía dar el examen final. Por eso, hace dos años no puedo rendir materias”.
Sáiz acepta que no es común, en el deporte profesional, que un jugador siga una carrera universitaria paralela. “Te miran raro, no es algo normal en el alto nivel deportivo. Sin embargo, siempre sentí que mis compañeros lo valoraban y eso servía como estímulo”, reconoce.
Cuando ya había decidido apostar por el básquetbol, el jugador de Regatas tuvo su primera recompensa: una prometedora actuación en la AmeriCup 2017 con el equipo nacional de Argentina. “Fui a la selección sabiendo que tendría un rol muy limitado, pero la lesión de Scola me dio mayor protagonismo del esperado. Eso me avivó las ganas de seguir progresando”, recuerda.
A Sáiz se le reconoce una clara inteligencia para ubicarse y aprovechar descargas cerca del tablero. ¿El estudio tendrá algo que ver con eso?
El jugador no tiene dudas: “Estoy convencido que eso ayuda. Estudiar abre la cabeza, no solo para el deporte, no para la vida, para ver el mundo. No sé cuánto influye, pero creo que me favorece. Soy una persona racional y bastante estructurada, algo que parece acorde a alguien que estudia ingeniería. No es común ver un ingeniero bohemio…”, dice, entre risas.
Del análisis matemático en la universidad, Sáiz pasó al análisis estratégico del básquetbol. “Ver partidos conmigo no es muy divertido. Me interesa mucho más la táctica del juego que el partido en sí”, advierte.
Con 7,5 puntos y 5,5 rebotes en la Liga de las Américas y un presente alentador en la Liga Nacional de Argentina, Saíz igualmente se hace tiempo para estar ligado a la electrónica. El lo cuenta: “Mi papá fabrica tableros electrónicos deportivos. Yo me encargo de desarrollar el programa de las consolas de mando. El deportista profesional tiene horas libres en el día, yo las aprovecho en algo que me gusta mucho, como la electrónica, y ayudo a mi papá. Trabajamos en conjunto”.
A pesar de su deseo de continuar con el estudio, Sáiz no se anima a asegurar que retomará la universidad cuando termine su carrera deportiva. Lo que sí asegura es que “tuve que elegir entre dos opciones que me gustaban mucho: la electrónica y el básquetbol. Por ahora estoy conforme con la decisión que tomé”.
FIBA