Bruno Mortari, el heredero
El entrenador de San Pablo, campeón de la Basketball Champions League Americas sigue los pasos de su padre, Cláudio Mortari. El 6 de octubre de 1979, Sirio fue el primer equipo brasileño en ganar...
El entrenador de San Pablo, campeón de la Basketball Champions League Americas sigue los pasos de su padre, Cláudio Mortari.
El 6 de octubre de 1979, Sirio fue el primer equipo brasileño en ganar la Copa Intercontinental. Cláudio Mortari era el joven entrenador del conjunto campeón. Márcia, su esposa, cursaba el sexto mes de su segundo embarazo. El primer hijo de la pareja, Claudinho, era un bebé.
El 2 de enero de 1980 nació Bruno Mortari, el entrenador recientemente campeón de la Basketball Champions League Americas 2021-2022 con San Pablo. Bruno fue el sucesor de Cláudio al mando del equipo tricolor.
San Pablo, un club reconocido por su tradición y sus éxitos en el fútbol, retomó su actividad en el básquetbol en 2018 tras una pausa de muchos años. Desde entonces, ascendió a la principal competencia de Brasil, la NBB, se instaló como un firme competidor a nivel nacional y conquistó la competencia continental de clubes al vencer en la final de la BCLA a Biguá de Uruguay.
Bruno Mortari explica el significado de este éxito: “Fue un paso muy grande para nosotros porque conseguimos el título del torneo más importante. Es un equipo que se formó hace poco tiempo y este triunfo consolida el muy buen trabajo que venimos haciendo”.
Bruno, con 42 años, es un entrenador joven que ya logró levantar una copa internacional. Para transmitir sus ideas al plantel contó con la colaboración de algunos jugadores de una edad muy cercana a la suya.
Me ayuda mucho tener a varios experimentados en el equipo. Ellos tienen hambre y sed de victorias. Eso hace que entrenen con mucha intensidad y que me transmitan lo que ven en la cancha para buscar lo mejor para el equipo. Marquinhos (37 años), Shamell (41) y Tyrone (34) aportan mucho desde ese lugar de líderes”, dice el coach.
La trayectoria de Bruno Mortari como jugador fue discreta. Disputó la NBB con Pinheiros entre 2008 y 2015 con 3,9 puntos por partido en su campaña más destacada.
“Tuve una carrera normal, fui un jugador de nivel medio, aguerrido, pero siempre entendí mucho el juego. Buscaba la mejor opción en cada jugada y observaba a los jugadores de más experiencia para ver qué los diferenciaba de los demás. En 2013 me lesioné un puño, me hicieron una cirugía y pasé muchos partidos afuera en los que colaboraba dando indicaciones y aportando mi punto de vista, más allá de que no era un asistente sino todavía un jugador. Entonces, me di cuenta que podía tener un futuro como entrenador”, recuerda el director técnico de San Pablo.
La consecuencia prácticamente inmediata fue el inicio del recorrido de Bruno como coach.
“Durante mi último año como jugador de Pinheiros, en 2015, ayudaba en las categorías formativas. Ese fue mi primer paso. En 2018, cuando San Pablo inició el proceso de armar un equipo, mi padre asumió como director técnico y yo entré como asistente. A partir de ahí, hice mi camino como asistente, aprendí bastante hasta que me llegó la oportunidad de ser entrenador principal”, dice Mortari.
El director técnico de San Pablo ofrece las claves de su éxito prematuro:
Tengo buena relación con los jugadores y consigo una mezcla entre la búsqueda del mejor potencial ofensivo y la intensidad defensiva. Intento que mi equipo anote entre 80 y 90 puntos y que reciba alrededor de 70. Les inculco a mis jugadores que la defensa es importante y luego busco que en ataque aprovechen todas sus posibilidades”.
Cláudio Mortari, que consiguió su quinto título internacional como entrenador en la Liga de las Américas 2013 con Pinheiros, coincide con su hijo menor en la importancia del vínculo con los jugadores: “Independientemente del conocimiento técnico, considero que la relación con los deportistas es lo que marca la diferencia. Administrar bien un grupo de personas es un factor fundamental para la conducción de un equipo”.
Bruno tuvo a su padre Claudio como coach en Pinheiros y también fue su asistente en San Pablo. Está claro cuál es el espejo en el que busca mirarse:
Mi modelo de entrenador es mi padre. Tuvo una carrera brillante y, como yo, consiguió un título importante en su inicio como fue la Copa Intercontinental con Sirio. Él ganó campeonatos con diferentes clubes y eso es muy difícil. Siempre armó equipos a los que luego llevó a ser campeones y de ahí a otro lugar con los mismos objetivos y los mismos logros. Esa capacidad de reinventarse es algo que quiero para mi carrera. Este es mi tercer año en San Pablo y tuve tres equipos diferentes con los que siempre peleamos por las posiciones más altas”.
Cláudio no duda al momento de considerar cómo debe ser el trabajo de un director técnico: “El talento de los jugadores está por encima de todo. Posibilitarles a los deportistas desarrollar su juego es fundamental. Un equipo es la suma de capacidades individuales en busca de algo mayor, un objetivo colectivo. La forma de dirigir varía de acuerdo a cada personalidad, pero los trascendental es saber que un conductor de grupo tiene éxito si logra ser comprendido por sus jugadores”.
Más allá de buscar seguir la huella que le dejó su padre, Bruno tiene en claro en qué se parecen y en qué no: “Él dejaba que los basquetbolistas jugaran sueltos, que tuvieran iniciativa, les daba libertad, los dejaba fluir. Eso lo aprendí y trato de hacerlo en mis equipos para obtener lo mejor de cada jugador. Lo que nos diferencia es que yo soy mucho más tranquilo, dirijo con más calma. Soy positivo, siempre pienso que todo va a salir bien, mientras que él no era así”.
Bruno, soltero y sin hijos, dedica su vida al deporte que ama: “Estoy 23 horas pensando en básquetbol. Tengo en la cabeza el próximo partido, veo a otros equipos, también otras competencias como la NBA. Si tenemos una reunión familiar, hablamos de básquetbol. Desde que era un niño, la mayor parte de mi tiempo la pasé relacionado al básquetbol y por mucho tiempo más seguirá siendo así”.
El entrenador de San Pablo sabe cuál es su gran meta: “Me gustaría dirigir a la selección brasileña, sería algo muy bonito. Ese es uno de los objetivos de mi carrera”.
Bruno Mortari heredó de su padre Claudio la pasión por el básquetbol y por estar al frente de grupos de jugadores que deseen conseguir títulos. También sueña con tener una carrera similar. Por el momento, comenzó muy bien el camino.
FIBA