Batista, viaje con destino a la gloria
MONTEVIDEO (FIBA AmeriCup 2017) - La figura celeste fue Esteban Batista que a propósito, sabe lo que es emparejarse ante el basquetbol norteamericano al mantener hasta la actualidad el hecho de ser el únic
MONTEVIDEO (FIBA AmeriCup 2017) - Uruguay no pudo dar la gran sorpresa de la jornada y finalmente cayó ante Estados Unidos 74 a 66 en un juego que lo tuvo competitivo hasta el cierre. La figura celeste fue Esteban Batista que a propósito, sabe lo que es emparejarse ante el basquetbol norteamericano al mantener hasta la actualidad el hecho de ser el único uruguayo en arribar a la NBA. Esta situación permite el acceso a una gran historia que tiene como protagonista al pívot charrúa.
Todo parecía muy tranquilo cuando en uno de los tantos viajes diarios por colectivo el chico Esteban se dirigía rumbo a Montevideo desde Playa Pascual (a 30 kilómetros de la capitalina uruguaya). Claro, pese a sus 16 años en aquel lejano 2000, sus más de dos metros de estatura llamó la atención de varios pasajeros.
Batista, como todo uruguayo, era por aquel entonces un apasionado por el fútbol. No obstante, su destino deportivo no transitó por ese camino. Si bien sus primeros rebotes los tomó en el club Olivol Mundial, aquel viaje en colectivo lo iba a desviar hacia otra institución. Pues ese trayecto también llevaba a un curioso pasajero que lo invitó a entrenar en el Club Atlético Welcome y él, también es gran protagonista de esta historia.
Esteban, recuerda a aquel viajero con un sentimiento especial: “El señor era de apellido Valverde y levantaba loterías en la zona del Welcome y por supuesto era hincha del club. Creo que él me ayudó a sacar la lotería a mí. Si no fuera por él mi historia seguramente hubiera sido otra. A veces el destino, un poco de suerte o personas que se cruzan en tu camino en el momento justo derivan en situaciones como las que me pasaron a mí. Siempre le voy a estar agradecido por la insistencia que tuvo para que me cambie de equipo”.
La puerta de dicho club se abrió para el novato gigante sin saber en ese momento que estaba comenzando una historia especial dentro de la rica tradición del básquetbol uruguayo.
Quiso el destino que el adolescente Esteban, ya en el club, se cruzara por el camino de Óscar Moglia, por aquel entonces jugador y quien heredó el amor por Welcome de su padre, leyenda del básquetbol uruguayo. Ahí también nació una amistad especial, de hermanos o si se quiere, un cariño de padre a hijo. Un socio de la vida que hasta el día de hoy se mantiene intacto.
Al año siguiente de aquel viaje en colectivo debutó en primera división y todo se fue dando así de rápido. Por supuesto, producto del enorme sacrificio y trabajo para superarse. Y si habrá dado el todo. Sólo dos temporadas más tarde, su viaje no fue en colectivo sino en avión rumbo a España para unirse al galáctico Real Madrid.
Allí empezó una nueva historia que igualmente, iba a tener capítulos sucesivos sorprendentes. En 2003 debutó con la selección mayor y sin darse cuenta se fue transformando en una pieza clave para el cambio generacional de aquel entonces. Fue con la camiseta de Uruguay que en 2005 la historia dio un enorme salto para él. El Torneo de las Américas disputado en Santo Domingo fue todo suyo y la puerta que se abrió ahora, estaba llena de luces, de flashes, de glamur, de todo lo que un jugador de básquetbol sueña: llegar a la NBA.
Fue así que el 12 de septiembre de 2005 selló su vínculo con Atlanta Hawks para transformarse en el primer y único uruguayo en llegar al mejor básquetbol del planeta. Luego, la historia es conocida: Israel, Rusia, Grecia, Turquía, Argentina, Italia y China fueron algunos de los destinos en los que Esteban, supo brillar. Capítulo especial para el país de la bota, donde se coronó campeón en dos oportunidades (Milano y Venezia).
A pocos días de cumplir 34 años y disputando la AmeriCup en su país, Batista tomó la decisión de subirse a un nuevo viaje pero esta vez con destino a casa, a su casa. Luego de 13 temporadas en el exterior, cumplió el sueño de miles de fanáticos que lo querían ver nuevamente con la camiseta número 15 de Welcome, su querido club.
Por lo tanto, se abrió la puerta de su casa una vez más, como en aquel lejano 2000 con el objetivo de aprender y tener mucho por conocer. Esteban volvió a su hogar, dulce hogar. La historia ahora continúa, el talento está intacto como lo avizoró aquel pasajero, de aquel colectivo que compartió con Esteban, en ese viaje, con destino a la gloria.
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