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    Rafael Hettsheimeir, un gigante de América

    MIAMI (USA) - "No me gusta hablar de logros personales porque siempre es más importante el conjunto. Todos los jugadores de este equipo son MVP. También los entrenadores y los directivos. Cada uno merece u

    MIAMI (USA) - "No me gusta hablar de logros personales porque siempre es más importante el conjunto. Todos los jugadores de este equipo son MVP. También los entrenadores y los directivos. Cada uno merece una parte de este premio. Me pone contento el reconocimiento individual, pero más haber sido campeones", dice Rafael Hettsheimeir. Su respuesta amable y con los valores puestos en el logro colectivo se percibe sincera.

    Para el ganador del MVP de la Basketball Champions League Americas 2021, también "Yago, Rafa Mineiro, que no hace muchos puntos pero defiende como un cabrón, o Marquinhos" podrían haber recibido el galardón.

    Ante tanta generosidad, le preguntamos si le parecía una buena idea enviar el premio al club para reafirmar esta idea de lo colectivo por sobre lo individual. “El premio se queda conmigo, yo lo cuido muy bien”, asegura Rafa entre risas.

    Más allá de la broma sobre quedarse o no con el premio, Rafael Hettsheimeir promedió 12,5 puntos, 5,5 rebotes y 2,3 asistencias por partido en la BCLA 2021 y elevó esas estadísticas a 21 puntos, 7 rebotes y 3 asistencias en la final en la que Flamengo venció 84-80 a Real Estelí. Rafa fue el mejor jugador del partido decisivo. Tan simple como eso.

    Araçatuba, a 520 kilómetros de la ciudad de São Paulo, tiene 200.000 habitantes, una cifra que para el estado más poblado de Brasil (44.169.350, según el último censo) la convierte en un pueblo en el que pareciera que todos se conocen. Allí nació Rafael Hettsheimeir el 16 de junio de 1986.

    “Antes del baloncesto jugué dos años al fútbol, también practiqué natación y fútbol sala. Siempre hice deporte. Luego empecé a jugar al básquetbol con 14 años y fue lo que más me pegó”, dice Hettsheimeir.

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    “Siempre había jugado al fútbol, en el mediocampo, y era lo único que quería. Odiaba el básquetbol. Yo era muy alto y el profesor de educación física del colegio me invitó a que fuera un día a entrenar. Fui, me gustó, aprendí rápido y al poco tiempo participé de un torneo escolar que duró cuatro días”, recuerda Rafa. Y sigue: “Ahí tenía un compañero que se llamaba Osvaldo que me dijo que jugaba en un equipo de la ciudad y que podía ir con él para seguir aprendiendo. Fuimos juntos en bicicleta al gimnasio de la ciudad y comencé a entrenar con más regularidad. Mi primera entrenadora se llamaba Vera, una chica muy dura, pero con quien me fue muy bien. Incorporé los conceptos con mucha facilidad”.

    El proceso de aprendizaje de Hettsheimeir fue veloz. Con menos de un año de entrenamientos, le llegó la primera oportunidad para competir.

    “En Brasil hay un conjunto de escuelas que se llaman COC y ellos organizaban un torneo, en el que reunía a todas, al que denominaban COC BA. Un directivo del colegio fue al entrenamiento y habló con Vera para pedirle 16 jugadores. Él seleccionó a algunos pero no a mí. Entonces, Vera le dijo que me tenía que elegir porque yo era alto y estaba aprendiendo rápido. Él no estaba convencido, pero finalmente accedió y formé parte de COC Araçatuba”, recuerda el pivote. Y continúa el relato de sus inicios en el básquetbol: “Viajamos a Ribeirão Preto para ese campeonato. Teníamos partido por las noches y dormíamos en el colegio, en unos colchones en el suelo, ya que no era época de clases. Un día el entrenador me dijo que el dueño del colegio y del equipo COC Ribeirão Preto quería conocerme. Me reuní con él y me dijo que le habían hablado de mí, que iría a verme jugar y que si lo hacía bien me incorporaría a su equipo. Esa noche nos enfrentamos a COC Río Claro. Metí 31 puntos y ahí mismo me confirmaron que me querían para la temporada siguiente”.

    Del inicio a los 14 años a ser contratado por el club más importante de la región a los 15. El crecimiento de Rafa ya era imposible de frenar. “Entonces, me fui de casa para fichar en COC Ribeirão Preto. Ese equipo tenía grandes estrellas: Nezinho, Guilherme Giovannoni, Alex y Lula como entrenador. Yo jugaba en la categoría Cadetes y comencé a entrenar con el equipo principal”, dice Rafael.

    Ya con 16, en 2002, Hettsheimeir formó parte del plantel campeón del Sudamericano de Cadetes en Guayaquil. Primer llamado al seleccionado de Brasil y una medalla de oro en el pecho.

    El trabajo de Rafael no se detuvo. “Entrenaba muchísimo, tres turnos por día. En 2003 debuté en el equipo de mayores de Ribeirão Preto. Lula me daba minutos cuando teníamos una ventaja amplia. En 2004 ya tenía más participación”, recuerda el pivote de 2,08 metros.

    El impacto que generó Hettsheimeir en el básquetbol brasileño fue inmediato.
    Su nivel lo llevó a participar en 2005 en el "Básquetbol Sin Fronteras de las Américas", que la NBA organizó en Buenos Aires. Rafael fue el máximo anotador del partido que disputaron los jóvenes más destacados y fue elegido el mejor jugador del campus. Pocas semanas después, llegó el llamado del seleccionado mayor para disputar el Premundial de Santo Domingo, en el que Brasil fue campeón. “Jugué poco, pero fue importante para conseguir experiencia”, dice el pivote.

    Luego vino el periplo español de Rafa. El primer destino fue el Akasvayu Girona. Allí consolidaría una situación clave en su carrera: el lanzamiento de tres puntos. “En el equipo juvenil de Riberião Preto tiraba un poco de larga distancia porque mis entrenadores Márcio y Cadum me incentivaban a hacerlo. No lo hacía con los mayores porque ahí solo defendía y tomaba rebotes. Pero donde más lo desarrollé fue en Girona. Entrenaba todas las mañanas, incluidos los domingos, hubiera lluvia, sol, viento o nieve. Iba con un asistente de Edu Torres, que era el entrenador principal. Hacía una hora de pesas y luego en la cancha auxiliar practicaba técnica individual, defensa con algún base y muchos tiros al aro. No podía faltar una larga sesión de tiros. Incorporé tanto el triple que para mí era como un tiro libre”, explica Rafael.

    “Era raro que un pivote tirara triples como lo hacía yo. A diferencia de lo que pasaba con otros jugadores en mi puesto, aprendí a tirar rápido. Antes, los pivotes tiraban si estaban solos, ya que tenían una mecánica lenta. Yo, si podía -y todavía lo hago- tiraba diez triples en un partido”, se sincera Hettsheimeir.

    La trayectoria en España lo llevó a Lleida, Obradoiro y Zaragoza. Se desarrolló en las categorías de ascenso hasta que llegó el turno de dar el salto a la ACB. Mientras tanto, ya era una pieza fundamental en el seleccionado de Brasil. “Tuve muy buen nivel en el Preolímpico de Mar del Plata, volví a Zaragoza y jugué fenomenal: me eligieron segundo mejor pivote de la Liga de España. Lamentablemente, al final de la temporada me lesioné la rodilla y no pude ir a los Juegos Olímpicos”, comenta Rafael. Y continúa: “De todos modos, apareció la oportunidad de ir al Real Madrid. Me ficharon lesionado, con lo que me sumé más tarde al equipo. En un plantel con tan buenos jugadores y en las circunstancias que llegué, no pude jugar mucho, fue difícil”.

    Tras la experiencia en Real Madrid, donde fue campeón de la Liga ACB y subcampeón de la Euroliga, Hettsheimeir jugó un año en el Unicaja Málaga. Sus 9 temporadas consecutivas en España, explican el perfecto manejo del idioma castellano.

    En su regreso a Brasil, Rafael vistió tres años la camiseta de Bauru, luego jugó en Franca y finalmente llegó a Flamengo, la institución más importante del país. “Es increíble. Tiene la estructura de los mejores clubes europeos, con mucha diferencia sobre el resto de los equipos brasileños. Nos proporciona todo a los deportistas y nuestras únicas preocupaciones son entrenar y jugar, nada más”.

    El arribo de Hettsheimeir a la Cidade Maravilhosa coincidió con la pandemia por el Covid-19. Los paseos y las playas junto a su familia deben esperar. Sofía, de 4 años y Carolina, de 6 son sus dos hijas. Rafael, de 9, el hijo. Amanda, su compañera. “Nos quedamos tranquilos en casa. Hay que cuidarse. Por suerte nadie de mi familia tuvo coronavirus, pero es un tema delicado. De lo que ahora se puede, nos gusta ir a un parque con mis hijas y mi mujer. También juego con mi hijo al Call of Duty y al Fortnite en la Play Station. Él juega mucho mejor que yo”, explica Rafael.

    Cuando había una mejor situación sanitaria, Rafa disfrutaba de su actividad favorita fuera de una cancha de básquetbol: “Me gusta mucho pescar. Voy solo, con mi suegro Iair o con algún compañero. En las vacaciones suelo ir a mi ciudad y ahí está el Río Tieté. Es un río que en São Paulo capital está muy sucio, pero en Araçatuba está limpio. Solemos salir con mi suegro en un barco pequeño. Nos vamos a las 5 de la mañana y volvemos a las 8 de la noche. También me gusta un lugar de Pesque y Pague en una ciudad que se llama Glicério. Ahí se practica pesca deportiva. Se pueden sacar peces de hasta 80 kilos, aunque el más grande que saqué yo fue de 30”.



    La conversación telefónica con el reciente campeón de América llega a su fin. Pero antes, Rafael suelta su reflexión sobre la conquista continental: “Era un título que queríamos mucho. Nos había quedado un gustillo amargo por perder la final anterior. Pero esta vez fue diferente. Trabajamos muy duro cada día pensando en ganar esta Basketball Champions League. Estoy muy feliz por el trabajo que hicimos. Jugamos la fase final sin tres jugadores titulares como son Olivinha, Chuzito González y Franco Balbi. Tuvimos que sacar algo extra para ser campeones”.

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