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    Sofía Aispurúa: ''Amo jugar al básquet''

    SAN JUAN (Puerto Rico)- La vida se empeñó en ponerle retos a la joven ala-pivote de la selección femenina de Argentina, Sofía Aispurúa. Lesiones durísimas en ambas rodillas en menos de un año hubieran

    SAN JUAN (Puerto Rico)- La vida se empeñó en ponerle retos a la joven ala-pivote de la selección femenina de Argentina, Sofía Aispurúa. Lesiones durísimas en ambas rodillas en menos de un año hubieran tumbado a cualquiera, menos a ella.

    El pasado lunes, en la AmeriCup que se disputa en Puerto Rico, Aispurúa volvió a pisar una cancha con la camisa de la selección luego de dos años de mucha rehabilitación, pero con el deseo intacto.

    En la AmeriCup de 2017, celebrada en Buenos Aires, un 8 de agosto, la argentina sufrió una luxación de rotula en la pierna izquierda que tronchó su debut con la selección mayor y le dejó fuera de acción por 10 meses.

    Fue un duro proceso, pero la #14 de Argentina volvió con fuerza. No obstante, el destino le jugó otra mala pasada, en junio de 2016, cuando jugando con su club Obras Sanitarias todo el trabajo de recuperación se fue por la borda en 1:20 de acción al sufrir la rotura del ligamento anterior cruzado de su rodilla derecha. Cicatrices en ambas piernas.

    “Fueron lesiones duras. Fueron dos años sin jugar. No fue fácil, pero nunca se me cruzó por la mente dejar de jugar. Estas son cosas que pueden pasar, uno trabaja con el cuerpo y no estás exento a que te pase nada. También aprendí mucho y que esto me pasó por intentar llegar a más. Si yo me hubiese conformado con lo que tenía, quizás hoy no estaba acá. Es el amor al deporte”, contó Aispurúa a FIBA.

    Antes de sus serias lesiones, la canastera vio cómo compañeras de equipo pasaron por momentos duros de lastimadura. Jamás pensó que algo similar le podría pasar a ella. “Pero cuando te toca y realmente amas lo que haces, creo que no haces otra cosa que no sea volver. Estaba empezando a jugar con la selección mayor, a jugar afuera (del país). Se me estaba dando todo por lo que yo había trabajado. No iba permitir que una o dos lesiones me sacaran de ese foco. Yo amo estar acá, amo jugar en la selección, amo jugar al básquet. Eso fue lo que me dio la fuerza para seguir”.

    ¿Pensaste en quitarte?, se le preguntó

    “Nunca. Nunca”, respondió sin pensarlo dos veces Aispurúa, quien comenzó a sudar la camiseta de su país en 2009 a nivel juvenil y compitió en la Copa del Mundo FIBA Sub 19 en 2013.

    La atleta le buscó el lado “jocoso” cuando ocurrió la segunda lesión: “la rodilla derecha estaba celosa de la izquierda y también quería tener su cicatriz”, escribió en las redes sociales, en un mensaje que dejó impactado a todos al conocer una nueva prueba de carácter.

    “Cuando no encuentras explicación a las cosas, no queda de otra que tomártelo con gracia y buscarle el lado positivo. Mi rehabilitación de la primera rodilla no fue muy buena, yo estaba mal, no le veía la salida. La segunda (lesión) fue una pausa, tenía seis meses más para recuperar bien todo y ponerte bien como tenías que estar. Entonces, le buscas la vuelta a todo y tratar de tomártelo con gracia, porque si no, no vuelves”, explicó Aispurúa, quien por las lesiones se perdió la pasada Copa del Mundo femenina de Tenerife y quedó fuera de la convocatoria de Argentina para los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

    Es entonces en San Juan, en el torneo continental, el mismo en el cual hizo oficial su carrera con la selección mayor, en donde Aispurúa volvió a lucir el dorsal 14. El primer partido fue ante Brasil y Aispurúa comenzó el encuentro. Mucho pasó por la mente.

    “Tuve que controlar la emoción. Soy una chica de muchas emociones, lo que pasa es que no se me ve mucho en la cara, pero por dentro estaba muy emocionada porque mi primera lesión de rodilla me la lesiono con la selección justamente hace dos años”, dijo la canastera de solo 24 años.

    Apenas fueron cerca de nueve minutos en cancha. El resultado no fue a favor de Argentina, pero ella se convirtió en triunfadora al regresar a lo grande.

    “No era una revancha, era como una oportunidad de demostrar que puedo estar acá, que puedo ayudar a mis compañeras a ganar. Fue un premio a que yo nunca bajé los brazos ni a la primera ni a la segunda ni por quedar fuera de Lima. Es un regalo porque yo trabajé mucho para estar acá. Es un premio”.

    Argentina, que fue medallista de plata en la pasada AmeriCup, quedó fuera de las semifinales en la edición de 2019. Pero Aispurúa ya consiguió ese logro que confirma que está saludable y que valió la pena todos los sacrificios de los pasados dos años. Sin embargo, aún quiere un logro a nivel colectivo, que deje una huella en el baloncesto argentino, así como hay par de cicatrices en sus rodillas que le recuerdan el duro camino recorrido desde aquel 8 de agosto de 2017.

    “Ya estar acá es un premio total. Obviamente, con el equipo quedar lo más alto posible, en el Pre-clasificatorio de noviembre quedar entre los primeros dos equipos que vayan al Clasificatorio Olímpico en febrero y, obviamente, clasificar a Tokio, que para el básquet argentino femenino sería la primera vez (en una Olimpiada)”, señaló.

    “Pero por ahora estoy satisfecha, no conforme, de haber llegado hasta acá”.

    Marcos Mejías Ortiz
    FIBA

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