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    Vaulet levanta vuelo

    Con los auriculares puestos y la música a máximo volumen, se acomoda en su asiento ubicado en la fila 11, la de la salida de emergencia, del lado de la ventanilla. Estira sus largas piernas y apenas el avi

    Con los auriculares puestos y la música a máximo volumen, se acomoda en su asiento ubicado en la fila 11, la de la salida de emergencia, del lado de la ventanilla. Estira sus largas piernas y apenas el avión despega, apoya la cabeza y cierra los ojos. No habrán pasado más de tres temas de Soda Stereo, una de sus bandas favoritas, hasta que Juan Pablo Vaulet se quede dormido. En sus sueños aparecerá el regreso al seleccionado argentino.

    La ilusión de llegar bien alto en el básquetbol apareció desde que Juampi era niño. Su padre Néstor, quien jugó de manera amateur, le transmitió la pasión por este deporte. “Jugué en Atenas hasta los 13 años, después un año en Unión Eléctrica y tres en Hindú. De ahí di el salto a la Liga Nacional. Mi papá miraba los partidos de la NBA y de la Liga. Nos gustaba ir a ver a Atenas, que llenaba la cancha y tenía un muy buen equipo, con el Pichi Campana como estrella. Toda la familia estaba interesada en el básquetbol. Y desde los 15 años ya sabía que sería jugador. Con mi hermano practicábamos en una cancha que tenemos en casa y siempre competíamos. Había mucha diferencia porque yo, al ser dos años mayor, lo dominaba físicamente. Cuando él cumplió 17, se equiparó el nivel, con lo quedó demostrado que antes yo le ganaba por estar más desarrollado y por tener experiencia. Ahora, cuando volvemos de los recesos seguimos compitiendo en esa cancha o nos vamos a Hindú y jugamos uno contra uno o dos contra dos con José Vildoza y otros amigos. Esos partidos siempre empiezan tranquilos y terminan a muerte”, cuenta Vaulet.

    El primer gran impacto fue en 2015. El 25 de junio, el comisionado adjunto de la NBA, Mark Tatum, anunciaba que Charlotte Hornets había escogido a Juan Pablo Vaulet en la posición 39 del draft de la NBA. Esa misma noche, Brooklyn Nets adquiriría los derechos del alero. Quien dos días más tarde comenzaría a disputar su segundo Mundial U19, fue el último argentino en ser seleccionado por una franquicia de la liga más poderosa del mundo. Así recuerda Vaulet aquel momento: “Estaba en Bahía Basket, era mi primer año como profesional y me sentía cada vez mejor. Sobre el final de la temporada, mi representante me habló de la chance de presentarme al draft. Cuando tuve que tomar la decisión, me comentó que había posibilidades de ser elegido en segunda ronda y me aconsejaba hacerlo, que no perdía nada”.
    En esa Copa del Mundo U19, Vaulet mostró un alto nivel en los dos primeros partidos (15 puntos contra Turquía y 16 ante China). Sin embargo, en el tercero, frente a España sufrió una fractura por estrés en la tibia derecha. El alero revive lo ocurrido hace cinco años: “En ese momento estaba lesionado y viajé a Estados Unidos, a hacer la recuperación y a conocer formalmente a los integrantes de los Nets. Me contaron que no me querían para ese momento sino evaluar mi progreso con el transcurso de los años. Pude ver todo lo que es el mundo de la NBA, cómo se manejaban y eso me llamó mucho la atención. Hasta el día de hoy mantengo relación con los scouts de Brooklyn y me preguntan cómo me voy sintiendo. Si en algún momento consideran que puedo estar ahí, me llamarán. Desde que me draftearon yo tuve muchos inconvenientes de lesiones que no me dejaron desarrollarme. Después de que pasaron dos o tres años, dejé de pensar en la NBA para no estar todo el tiempo intentando demostrarles a ellos que puedo jugar allá. Tal vez, cuando sí quise hacerlo me jugó en contra por las lesiones, que pueden haber sido causadas por esa ansiedad, y fui para atrás. Decidí ir trabajando en mi carrera sin estar pendiente de ellos. Ahora me siento más cerca que en ese momento, aunque no lo tengo como objetivo principal. Lo que hago es intentar mejorar día a día”.

    Juan Pablo, que había padecido varias lesiones en su carrera, vivió una situación extraña a fines de 2018. A su hermano Santiago, base y compañero de equipo en Bahía Basket, le detectaron un problema cardíaco y le indicaron reposo deportivo. Al considerar que se trataba de una cuestión genética, también dejaron al mayor de los Vaulet sin actividad, aunque según cuenta el alero, no tenía la misma dificultad de salud: “Yo me quería ir de Bahía porque quería cambiar de club, tener otros desafíos. Justo mi hermano tuvo un problema relacionado con la tensión arterial. Lo que le explicaron era que no se le relajaba el corazón, que siempre tenía la tensión muy alta. Tuvo que hacer un tratamiento para regularla. A partir de esa situación, dijeron que yo padecía la misma situación porque suponían que era algo de familia. Yo no entendía, y todavía no lo hago, por qué pasó eso. Me hicieron estudios que siempre dieron bien, nunca tuve ese inconveniente como mi hermano. Después, ante la duda, me hice analizar por mi cuenta y los resultados indicaban que podía jugar. Cuando fui a Peñarol también me revisaron y jugué durante cinco meses en los que me sentí muy bien. Y ahora, lo mismo en Manresa”.

    Desde que Vaulet llegó al equipo catalán para la temporada actual, participó en los 21 partidos la Liga ACB con 7,8 puntos y 3,3 rebotes por partido. Además, disputó los 14 juegos de la Basketball Champions League, con 9,1 puntos y 4,1 rebotes de promedio. “En este tiempo en España conseguí algo muy importante que es ser sólido y estar presente. Durante todo 2019 pude jugar, tanto en Peñarol como en Manresa. Tuve partidos buenos y otros malos, pero siempre me mantuve activo, a diferencia de otros momentos de mi carrera. Ese fue un gran paso, ya que a partir de ahí se construye todo”, analiza Juampi.

    En Manresa hay un par de antecedentes de jugadores argentinos que se destacaron: Andrés Nocioni y Juan Espil. A Vaulet lo asocian con el campeón olímpico por la energía con la que va hacia el canasto: “Me hablan de Nocioni. Me cuentan que él iba para adelante todo el tiempo, que no le importaba nada. Me dicen que me parezco a él en ese sentido. Yo a Chapu lo conocí cuando él jugaba en Chicago Bulls, ya convertido en un jugadorazo. También recuerdan muy bien a Espil, que con su tremendo tiro la mayoría de los ataques eran para él.”

    El presente le sonríe a Vaulet, por eso Sergio Hernández volvió a convocarlo al seleccionado argentino. El alero había participado en dos encuentros del camino hacia la Copa del Mundo de China. Debutó el 23 de febrero de 2018 en la caída 88-83 frente a Uruguay y tres días después convirtió sus primeros 9 puntos en el triunfo ante Paraguay por 83-61. El cordobés disfruta de este nuevo desafío: “Cuando me citaron, en el club se alegraron mucho y no me impidieron viajar. Estoy muy contento y con muchas de ganas de volver a formar parte de la selección. Estoy muy enfocado en hacer bien mi trabajo en el club, de mejorar en distintos aspectos y eso es lo que me trajo otra vez a vestir la camiseta argentina. No estoy pensando en los Juegos Olímpicos. Quiero dejar una buena imagen en esta oportunidad, volver a España para terminar la Liga ACB y seguir mejorando. Busco dar lo mejor para que lleguen nuevas posibilidades de estar en el seleccionado”.

    En este renovado plantel argentino formado para el inicio de la clasificación a la AmeriCup 2021, Vaulet se reencontró con compañeros con los que ya había compartido selecciones en categorías menores: Agustín Cáffaro, Pedro Barral, Máximo Fjellerup y José Vildoza. “Uno siempre se siente cómodo con gente con la que vivió experiencias previas, no solo en el seleccionado. Con Agustín, con Pepo y con Maxi, con quien también jugamos juntos en Bahía Basket, tenemos confianza y eso te hace sentir a gusto. A José lo conozco desde cuando compartimos la selección de Córdoba a los 13 años”.

    El regreso al seleccionado argentino le entregó a Vaulet la mala sensación por la derrota 74-68 ante Venezuela, pero el balance positivo de su actuación individual. El alero convirtió 9 puntos en apenas 11 minutos. Anotó tres dobles con su sello característico de ir hacia el aro con potencia y velocidad. Esa aceleración que lo traslada de un lado al otro de la cancha en un suspiro es una de las herramientas que Juampi aprovechará para levantar vuelo con la camiseta de Argentina.

    Pablo Cormick
    FIBA

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